En 1859, Charles Darwin propuso una teoría que explicaba el origen de las especies. Siglo más tarde, vemos en él un referente que anticipó la idea de innovación empresarial, la aparición de nuevos actores que cambiarían el panorama profesional. En pleno 2020, hemos comprendido la aportación de este biólogo al mundo social: las empresas que sobreviven son las que mejor se adaptan.

La supervivencia de las empresas más fuertes no empieza de abajo arriba, aunque el cambio siempre se le  pida a los nuevos actores que aparecen en la base. El triunfo de las empresas se basa en entender y aplicar esta transformación de arriba abajo. Son los propios órganos de dirección los que se adaptan pata lograr el éxito.

El nuevo reto de estas organizaciones es cómo adoptará la entrada al mundo laboral de un 23,37% de la población total:la generación Z, centennials, nativos digitales, una potencia que anima a tomar una decisión: ¿sobrevivir o desaparecer?

 

El nativo digital que no dejó de moverse

Ángela, de 22 años, tenía muy claro a lo que quería dedicarse cuando salió de la U. Carlos III de Madrid. “Yo quiero estar en una empresa que tenga en cuenta las motivaciones que me mueven a mí” dijo. “No quiero ser un número más ni una sombra de otro empleado con más experiencia. Yo también tengo una voz” añadió.

Ángela encontró trabajo en una consultora con cierto renombre. Todo era una representación pictórica del Edén hasta ocho meses después, cuando Ángela nos confesó que era momento de buscar otra meta. “Esta experiencia ha sido realmente gratificante, pero creo que ya me he realizado todo lo que podía” explicaba.

Historias como la de Ángela hay muchas. Santiago ha cambiado tres veces de carrera en el Politécnito Grancolombiano. César ha empezado a dudar de la suya gracias a su beca Erasmus en Leeds, Inglaterra. Todos tienen en común ser nativos digitales, tener como herramienta para todo a su teléfono móvil y seguir el principio de virtud aristotélica: la sophia.

 

El valor de conocerse a uno mismo

Si ser virtuoso es encontrar el equilibrio entre dos posturas, la sophia es la fuerza impulsora que nos hace buscar algo por nosotros mismos, y no porque nos lo haya impuesto nada que venga de fuera.  La generación Z sigue este concepto en busca de la autorrealización profesional. Una especie de pirámide de Maslow invertida cuya base es ahora la cúspide, la capacidad de realizarnos a nosotros mismos.

La independencia profesional que requiere cumplir con la nueva base de esta pirámide va acompañada de otras características propias de los Z: una experiencia que les aporte desde el minuto cero, poder demostrar que son responsables de sus actos, de dar forma a su trabajo. En resumen, tener una carrera profesional plenamente satisfactoria, tal y como señalaron como prioridad el 31% de los encuestados por Nielsen en 2019, según su estudio generacional.

Parece que ya está hecho… ¿no? El buzón de sugerencias  se llena con peticiones de los más jóvenes. Estas no encaja con el concepto del mundo laboral actual. También está claro que no se puede pedir el Sol sin haberte ganado antes la Luna. Hecho que esta joven generación debe demostrar. ¿Cómo encontrar el equilibrio?

 

La fuerza imparable y el objeto inamovible

Imaginemos que en esas entrevistas Ángela hubiera admitido que daría el 110%, mientras que el entrevistador entendía que lo que ella quería era proponer un ritmo propio. Quizás Ángela hubiera empezado mucho antes su periplo profesional, y la empresa contaría con un activo muy interesante. Ese es el problema de dos fuerzas que se ven como antagónicas: no llegarán a entenderse mientras no se decidan a cooperar.

Aristóteles dio pie a que Maslow hablara de autorrealización, pero fue el filósofo alemán Leibniz quien puso nombre al equilibrio, la paz entre dos nociones contrapuestas: lo inmóvil y lo cambiante. Dos fuerzas destinadas a enfrentarse que, cooperando, pueden conseguir una sinergia mucho más potente.

Si ya hemos dicho que el cambio empresarial exitoso viene de arriba, en forma de cascada, los centennials, nativos digitales, generan la petición principal de este cambio. Si la cascada no cae con fuerza suficiente, estos buscarán fuentes de agua más adecuados a sus expectativas.

 

La importancia de conocer sus intenciones profesionales

Ya hemos hablado del ritmo propio que tienen Ángela, Santiago, César y el resto de jóvenes encasillados a la fuerza en una generación llena de individuos, no de gente. ¿Es lícito darles todo lo que piden? La respuesta es no, pero con matices. Sí, es conveniente escucharlos, darles una voz. Y ofrecerles un voto de confianza.

Según el informe de Kantar, “Centennials a los 21”, las tres cuartas partes de esta generación se sienten cómodos al expresar lo que son. Una cifra que aumenta en países de habla hispana. También es curioso que la misma cifra se esfuerza para mejorar sus capacidades desde una forma totalmente personalizada.

Hablando de la lengua de Cervantes, un 60% de los viajeros latinoamericanos son centennials y millennials. Que los jóvenes sean los que controlan de webs de ofertas de viajes, de intercambio en el hospedaje y de guías turísticas interactivas en su smartphone, puede estar relacionado o no. Lo que sí nos dice es que la generación Z quiere conocer nuevos horizontes, explorar nuevas culturas. Y esto también es algo aplicable a su entorno profesional.

 

Seguros, pero inexpertos

En cuanto hablamos del país de la libertad, parece que la tendencia a tener su propia voz no desaparece, pero unos datos del Centro de Cinética Generacional de EE.UU revela que el 40% de los jóvenes Z con empleo solicitan un estatus diario a su mentor o líder. Incluso lo prefieren de forma digital: un correo, un mensaje por el chat interno, o un GIF animado. Parece que la autodeterminación no ha acabado con la supervisión.

Los nativos digitales viven hiperconectados. Es una razón de peso para saber que atender una llamada fuera de su horario no es un problema. Es algo tan natural como lo es organizar su jornada en base a necesidades cotidianas. Work Life Balance-Z es comprender que, bajo unas pautas que todos necesitamos, el Work va a estar siempre a punto, mientras se tenga en cuenta su Life.

 

Políticas humanas para nativos digitales

Así lo han demostrado los países del norte de Europa. Noruega, Finlandia, Suecia e Islandia han escuchado. A los jóvenes, a las madres, a los padres. A todos aquellos con algo que decir. También a la contraparte: a empresarios, directivos, compañías y expertos en políticas de personas.

Un camino aún por andar, pues el 70% de los trabajadores europeos aún no está bajo el paraguas del Work Life Balance. Y apostar por la innovación es un gran paso. Pero no el único que hay que dar. Sobre todo entre las generaciones más recientes.

Lo que está demandando esta generación es que las políticas son para individuos con necesidades particulares. Nadie, incluso dentro del paradigma de una generación, es igual que nadie. Los jóvenes son una potencia que pronto ocupará cargos intermedios e incluso altos. . Por eso el verdadero equilibrio, es uno de los grandes retos de las compañías.

 

Fuentes:

Scielo, The New York Times, Expansión, El Economista, El País