¿Alguna vez has sentido que estás ocupando un lugar que no te corresponde? Algo así como si estuvieses engañando a todo el mundo porque nadie se da cuenta de que, en verdad, ese puesto, ese ascenso o ese reconocimiento no te corresponden. Y parece que solo tú te des cuenta. Pues lo que te ocurre tiene un nombre: síndrome del impostor. Y con la implantación del teletrabajo parece que se ha incrementado.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

¿Qué es el síndrome del impostor?

“Todavía tengo un pequeño síndrome de la impostora… Esa sensación de que no deben tomarme tan en serio no desaparece. ¿Qué sé yo? Comparto eso con vosotros porque todos tenemos dudas sobre nuestras habilidades, sobre nuestro poder y sobre cuál es ese poder”.

Estas palabras han sido pronunciadas por Michelle Obama. Si una de las mujeres más influyentes del mundo se siente de esta forma, todos podemos ser víctimas de nuestras propias inseguridades.

El síndrome del impostor hace referencia a cuando alguien considera que ha conseguido un logro más por suerte o simple casualidad que por sus propios méritos o esfuerzos.

Fue acuñado por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes en 1978. Si bien en un primer momento se utilizaba para describir una situación que experimentaban principalmente las mujeres, hoy se aplica a cualquier persona que no sea capaz de internalizar y apropiarse de sus éxitos.

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“El síndrome del impostor hace referencia a cuando alguien considera que ha conseguido un logro más por suerte que por sus propios méritos”.

 

El teletrabajo y el síndrome del impostor

El síndrome del impostor puede agudizarse con el teletrabajo. Interactuamos menos con otras personas y pasamos más tiempo solos con nuestros propios pensamientos. Perdemos matices de la comunicación que da el lenguaje corporal y a veces las conversaciones por mensajes o mails son demasiado impersonales o frías, e incluso podemos malinterpretar críticas constructivas.

Eso lleva a algunas personas a tener pensamientos autolimitantes. Están alerta buscando pruebas que refuercen sus creencias negativas: que no valen, que no son suficientes y que, pronto, todo el mundo se dará cuenta.

Además, la distancia del teletrabajo hace que sea más difícil pedir ayuda a algún compañero para resolver algún problema o duda. No es lo mismo escribir un mensaje que compartir opiniones con la persona sentada a tu lado.

Por otro lado, está el tema del uso de las tecnologías. Hay algunas personas que se sienten más inútiles en su trabajo al no estar acostumbrados a utilizar ciertas herramientas digitales ahora tan indispensables para el trabajo en remoto.

El síndrome del impostor puede hacer que las personas pierdan oportunidades profesionales para las que no se sienten cualificadas, causar agotamiento, afectar la capacidad de una persona para formar relaciones significativas y también a la calidad del trabajo de una persona. ¿Cómo pueden los trabajadores remotos que sufren el síndrome del impostor mitigar la situación y ganar confianza?

 

“El síndrome del impostor puede hacer que las personas pierdan oportunidades profesionales y calidad en su trabajo”

 

Cómo mitigar el síndrome del impostor en el teletrabajo

La comunicación es un pilar fundamental

Mantener conversaciones informales vía chat o videollamada ayudará a establecer vínculos de confianza entre colegas. Podéis poneros al día de cómo va vuestro trabajo y compartir palabras de aliento. Es una forma de verificar que tanto el ritmo como la calidad de tus tareas están en sincronía con las del resto.

Hablar abiertamente de cómo nos sentimos respecto al trabajo. Mantenerse en contacto reduce los miedos y las dudas porque las personas pueden dialogar sobre lo que les preocupa y ver cómo los demás pueden ayudarles. No somos menos válidos por sentirnos vulnerables. La intención es ser honesto y directo para el beneficio de todos.

El papel de los líderes

Los managers también pueden tomar medidas para validar a las personas de su equipo durante el teletrabajo, como magnificar su tono positivo y dedicar más tiempo a responder. Es importante que transmitan respuestas o comentarios detallados eligiendo las palabras adecuadas. Cuando se trabaja en remoto, hay que hacer un esfuerzo por evitar jugar a la economía de palabras o recurrir al lenguaje SMS.

También es importante estar alerta si ven que algún miembro de su equipo no interactúa. Preguntarles si necesitan ayuda, verbalizar activamente por qué son valiosos para el proyecto y que el éxito es mérito de todos.

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Está bien equivocarse

Todos cometemos errores. Y es algo positivo. Nos ayudan a aprender y a mejorar. Cuando algo sale mal y sabes que afectará al trabajo del resto, es de gran ayuda compartirlo de forma constructiva. Después será el momento de averiguar cómo se puede arreglar el problema, encontrar formas para que no se repita y, sobre todo, aprender de él.

Compartir errores nos permite saber que cualquiera puede cometerlos y puede disminuir el síndrome del impostor. La transparencia y la rendición de cuentas son los principales combatientes del síndrome del impostor. Nos ayudan a comprender que solo somos humanos y que vamos aprendiendo a medida que avanzamos.

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