Cuando ACCIONA entró en el sector de las energías renovables a principios del siglo XXI se trataba de una apuesta revolucionaria, de un acto de fe en el futuro de la energía, pero también del planeta. En esos primeros compases ya estaba presente Alfredo López, aunque ACCIONA Energía aún no existiese con ese nombre propiamente dicho. La historia de Alfredo es, un poco, la historia de la energía renovable en España. Y hoy tenemos la suerte de poder contarla a través de su entusiasmo contagioso.

 

Unos soñadores a los que les salían las cuentas

Alfredo López Mendiburu, o Fredi como le gusta que le llamen, era uno de los responsables de logística y suministro de EHN, una empresa especializada en energía renovable cuando en España y gran parte de Europa era un sector que apenas estaba despegando. Tanto es así que, en ese impulso pionero, allá por 2001 estuvo detrás de la instalación de la primera planta de biomasa al sur de Dinamarca. Es decir, prácticamente en toda Europa.

“En 2001 entré en lo que es EHN, hoy ACCIONA Energía, ya que ACCIONA compraría EHN, lo que ya era una apuesta verdaderamente increíble de soñadores a los que les salían las cuentas, como solía definirlo yo. En las fiestas de Navidad recuerdo que el jefe de entonces decía que teníamos que cambiar el mundo y yo miraba a mis compañeros y decía: es que nos lo creemos”. Es imposible no acordarse de Jesús Argumedo, otro empleado de ACCIONA, que en una entrevista reciente se describió a sí mismo como un “idealista con los pies en la tierra”.

 

“El jefe de entonces decía que teníamos que cambiar el mundo y yo miraba a mis compañeros y decía: es que nos lo creemos.”

 

Hoy ACCIONA Energía es un referente en energías renovables, pero hace veinte años, cuando entró en el capital de EHN, se trataba de un terreno prácticamente virgen empresarialmente. En aquellos primeros años del siglo XXI, cuando términos como sostenibilidad aún eran apenas una nota a pie de página en las memorias corporativas anuales, se produjo una simbiosis entre ambas compañías en términos de estrategias y enfoques productivos, pero sobre todo de valores.

Discapacidad, ACCIONA sin barreras

Una tragedia inesperada y un salto a la energía renovable

Como en el caso de Elena Navarro, otra ingeniera de ACCIONA, desde pequeño Fredi tuvo muy claro que quería ser “arreglador de carreteras”, es decir, ingeniero de caminos. Lo haría siguiendo la estela profesional de un familiar, concretamente su tío. La carrera lo llevó de su Pamplona natal a Santander. Parecía que todo lo guiaba directo al cumplimiento de sus sueños, pero esa cosa enrevesada y misteriosa que llamamos vida tenía otros planes para él: al tercer año, un revés inesperado, lo obligó a regresar a la capital navarra.

Hace más de dos milenios Plauto, el dramaturgo romano, lo sintetizó en una frase: “Nomen est omen”, el nombre es el destino. El segundo apellido de nuestro entrevistado es Mendiburu, que en euskera significa “cabeza de monte” o “cima de monte”. Y tanto él como su padre han sido grandes amantes de la montaña y la naturaleza. De hecho, al hijo no le parecía descabellado practicar escalada de hielo, vivaquear a tres mil metros de altura o asaltar las cumbres del Atlas marroquí apenas estrenada la veintena.

Los Pirineos siempre estuvieron muy presentes en su familia. Fredi nos cuenta con sencillez cómo un paraje idílico de los montes pirenaicos se convirtió en el escenario de su peor pesadilla, “uno de los dos grandes golpes que me han tocado en la vida”.

“[Ordesa] es un sitio privilegiado que conocíamos perfectamente y mi padre era la persona más segura que he conocido en cuanto a ir al monte. Entonces, de repente, un día había subido con unos amigos y resulta que no bajaba, que no bajaba. Mi madre algo notó, quizá por vibraciones que hoy la ciencia aún no controla como la telepatía o cosas parecidas. El caso es que mi padre se mató en Ordesa, en el sitio que más amaba”. Era el año 1993 y el mundo de Fredi había cambiado para siempre

Inevitablemente, aquel golpe inesperado le hizo cambiar de rumbo. Tuvo que volver a Pamplona para apoyar a su madre y, junto con el cambio de ciudad, llegó el cambio de carrera: ahora sería ingeniero agrónomo. Al completar la carrera se especializó con un curso Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, donde ya empezaron a asomar la cabeza conceptos que lo acompañarían a lo largo de toda su vida profesional.

 

“Si lo mejor que podemos hacer con el agua es administrarla bien, resulta que con la energía pasaba más o menos lo mismo y que tiene que ser sostenible. Es entonces cuando descubro todo el mundo energético.”

alfredo lopez acciona energia

“[La ordenación del territorio] es sacar el máximo provecho del territorio para el ser humano, para mantenerlo de una manera sostenible […]. Tanto en el curso Ordenación del Territorio como en la carrera de ingeniero agrónomo, la gestión del agua siempre había tenido mucha importancia para mí, y justo en ese momento me surgió una oferta de trabajo en EHN, Energía Hidroeléctrica de Navarra, una empresa que había apostado por las energías renovables de una manera feroz. Era una oferta para trabajar en biomasa”, explica remontándose a sus orígenes profesionales.

Fue entonces cuando Fredi tuvo su momento eureka: “[Ahí] es cuando me di cuenta de todo lo importante que puede resultar el agua para nuestra vida y para el ser humano, para el medio en que vivimos y que explotamos […] y que la energía era más o menos una hermana gemela. Que si lo mejor que podemos hacer con el agua es administrarla bien, resulta que con la energía pasaba más o menos lo mismo y que tiene que ser de forma sostenible. Es entonces cuando descubro todo el mundo energético”. Apenas había terminado aquel curso de especialización cuando ya estaba dando los primeros pasos en el sector de las renovables.

 

Un café con un agricultor para cambiar el mundo

En esa época inicial del sector, Fredi empezó a trabajar también con otros conceptos avanzados como la economía circular que aún no eran una divisa común. En los albores del siglo XXI los incendios causados por la quema de rastrojos eran una verdadera lacra. Esto llevó a la prohibición de la quema de paja de las cosechas y a la obligación de embalarla o enterrarla en el propio campo. Esto dificultaba la salida de este tipo de residuos agrícolas. Hasta que llegó la biomasa y la planta de Sangüesa, con una producción de 200 GWh anuales de energía limpia.

“Yo entraba a trabajar en el suministro de la planta que llevábamos dos personas y [recuerdo] que nos estábamos volviendo locos pensando cómo le podíamos dar de comer a semejante monstruo que comía mucha paja al día”, rememora. Y no es una hipérbole: en cifras, eso equivalía a cincuenta camiones de paja diarios. “Fueron tres intensas campañas de gestión de la recogida de la paja necesaria”. ¿Cómo lograrlo? Pues había que patearse las fincas agrícolas. “Teníamos que meternos en casas del pueblo a tomarnos un café, a negociar contratos [con los agricultores]”. Ese enfoque permitió que el sector primario contara con una nueva vía de ingresos, además de convertir en recurso el muchas veces molesto residuo de la paja.

Probablemente, gracias a su naturaleza empática y entusiasta, Fredi era capaz de alternar el comedor de un agricultor y los despachos del poder. Así en esa época su batalla por las renovables lo llevó a enviar una carta a Josep Piqué a la sazón ministro de Industria de España. En ella reivindicaba las inversiones estatales en esa incipiente energía renovable. El ministro le respondió con una carta de su puño y letra para agradecerle su compromiso. Junto con los primeros parques eólicos, la planta de Sangüesa se convirtió en la demostración viva de que otra energía era posible, y en este caso gestionable, en el sentido de que tenemos control sobre cuándo generarla y, además, gestionar su previo almacenamiento.

planta biomasa Sagüesa acciona

El segundo gran golpe (y otra reinvención)

En el año 2003 un camionero que circulaba por una carretera nacional a la altura del río Irati advirtió la trazada de un vehículo en dirección al barranco. Al fondo, con un desnivel de quince metros, observó un coche semisumergido que le resultó familiar: era el de Fredi, al que conocía por haber trabajado con él en la planta de Sangüesa. La labor de rescate se inició de inmediato y los bomberos pudieron sacarlo del río con una lancha para montarlo en un helicóptero y llevarlo al Hospital de Navarra. Allí estuvo entre la vida y la muerte –“estoy vivo por el canto de un duro”– durante más de una semana. Luego transcurrieron unas semanas de confusión hasta que la realidad se fue abriendo paso: el accidente le había dejado parapléjico.

 

“Me acuerdo de llegar al hospital de parapléjicos de Toledo y que alguien dijera que todos estábamos hechos polvo, y yo levantar la mano y decir: ‘Sé que soy un poco el bicho raro, pues yo me siento un privilegiado de poder estar aquí’”.

 

Cuando llegaron dos directivos de EHN al hospital donde pasaba la convalecencia, los miró a los ojos y casi lo primero que les dijo conforme atravesaban la puerta fue: “Necesitamos más gente”. Se refería al personal para seguir con el proyecto de la biomasa. Estaba claro que Fredi no iba a bajar los brazos.

“Siempre me he sentido un privilegiado, incluso después de la pérdida de mi padre […]. Me acuerdo de llegar al hospital de parapléjicos de Toledo y que alguien dijera que todos estábamos hechos polvo, y yo levantar la mano y decir: ‘Sé que soy un poco el bicho raro, pues yo me siento un privilegiado de poder estar aquí’”. Vivir para contarlo y para celebrarlo.

En ese sentido, recuerda el ejemplo de Antxón Arza, un amigo que fue uno de los intrépidos aventureros de “Al filo de lo imposible”, el mítico programa de televisión, y que también sufrió una lesión medular a la que supo adaptarse para seguir practicando deportes de riesgo. “Tenía una frase magnífica que era que hay que llevar la silla de ruedas siempre debajo del culo, no en la cabeza”. Arza, según cuenta Fredi, también había perdido un hijo, pero fue capaz de mantener su optimismo.

“Si tengo que pensar en alguien que me ha ayudado a salir adelante es mi mujer, mi compañera en este viaje […]. Pero creo que todos tenemos que buscar la actitud en nuestro interior. Creo que todos la tenemos, es cuestión de buscar la parte positiva […]. Todos deberíamos ir, con todo el respeto, a ese hospital de parapléjicos de Toledo y ver lo que hay allí”.

En el mes de diciembre de ese mismo 2003 un chófer enviado por el CEO de EHN recogió a Fredi en el hospital. Cuando llegó a su destino en Pamplona se encontró a trescientos compañeros y compañeras en la fiesta de Navidad de lo que al año siguiente sería ACCIONA Energía. “Fue un momentazo […]. En teoría no lo sabía nadie más que el CEO, el organizador de la fiesta y la Directora de Recursos Humanos. Aparecer de sorpresa y ver el sentimiento de la gente – eso es uno de los grandes momentos de mi vida, es algo que no tiene precio”. Y esa puerta abierta en la fiesta de Navidad fue mucho más allá de lo simbólico.

 

“Antxón Arza tenía una frase magnífica que era que hay que llevar la silla de ruedas siempre debajo del culo, no en la cabeza”

 

“Ese momento era un poco indicativo de lo que es esta empresa y esto se puede [ligar a la idea de] las puertas abiertas, pues porque en el departamento de comunicación me consta que dijeron: ‘¿Puede venir Fredi con nosotros?’. Yo quería seguir con la biomasa, y seguí con la biomasa. Porque me abrieron las puertas de par en par. Y eso no es fácil para una empresa que tiene un trabajador que de repente se ha quedado parapléjico”. Y añade, “puestos a aprovechar mi tiempo, mis ganas y mi experiencia, este trabajo me apasionaba. Decidí continuar trabajando”.

ACCIONA con la inclusión para empleados

Además de valorar esa capacidad de acoger la diferencia, otro de los puntales de una empresa para Fredi debe ser ese impulso de compartir un proyecto común, esa misión de la que hablábamos al comienzo: “Hoy en ACCIONA Energía hay mucha gente a la que nuestro trabajo nos gusta […]. Hay días en los que a todos nos cuesta más levantarnos, pero evidentemente ese compromiso surge porque lo que estamos haciendo ayuda al planeta, nos ayuda a nosotros, ayuda a nuestro entorno, a nuestra sociedad, al ser humano, al medio ambiente, a los ecosistemas […]. Trabajamos para algo que nos gusta, para una cosa que en el fondo nos ayuda a ser consecuentes con nosotros mismos”.

 

“Yo quería seguir con la biomasa, y seguí con la biomasa. Porque me abrieron las puertas de par en par. Y eso no es fácil para una empresa que tiene un trabajador que de repente se ha quedado parapléjico”.

 

Hoy la vida profesional de Fredi ha evolucionado y pasa menos tiempo sobre el terreno y más en el análisis teórico. Tras una colaboración de ACCIONA Energía con Ernst & Young, nuestro protagonista contribuyó a desarrollar un modelo de impacto socioeconómico pionero de las energías renovables que ha ayudado a transmitir el potencial de la energía limpia en proyectos como el del parque eólico MacIntyre en Australia, uno de los mayores del mundo.

 

“Ese compromiso surge porque lo que estamos haciendo ayuda al planeta, nos ayuda a nosotros, ayuda a nuestro entorno, a nuestra sociedad, al ser humano, al medio ambiente, a los ecosistemas.”

 

Esa metodología desarrollada internamente ayuda a entender los diversos tipos de impacto de las renovables, desde una planta de biomasa hasta un parque eólico o una planta solar: lo que supone para el territorio en cuanto a rentas generadas, la aportación al producto interior bruto, las emisiones de CO2 evitadas, o el empleo que genera cada proyecto. Una vez más, las hojas de cálculo –o más bien el big data y la IA, si nos ponemos al día– que hay detrás de un sueño para cambiar el mundo. Cuenta, por ejemplo, cómo el análisis les permitió favorecer un mayor impacto positivo en el ámbito local de ese parque australiano. “No me canso de repetir que hay que hablar de limpias, renovables y propias; eso de que las energías renovables sean propias es una riqueza muy, muy significativa”, reflexiona Fredi al hilo del impacto local de las energías renovables. Y sentencia: “Esto hay que decirlo: en ACCIONA Energía llevamos más de veinte años cambiando el mundo”.

 

“Esto hay que decirlo: en ACCIONA Energía llevamos más de veinte años cambiando el mundo”.

Sueños y memorias de un feliz homo sapiens

Dicen que en la vida hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Montar una planta de biomasa quizá cuente como complemento de la parte forestal. En lo que respecta al hijo, pues Fredi ha cubierto el cupo con creces: fue padre de trillizos en 2007, pocos años después de su accidente. Ha logrado compatibilizarlo con el trabajo y con su discapacidad, sobre todo gracias al apoyo de su mujer.

Y, en lo tocante a lo tercero, hace tiempo que Fredi anda pergeñando su biografía. Aunque claro, cualquiera saca tiempo mientras anda atareado en cambiar el mundo y cuidar de tres hijos en plena pubertad. Por el momento sí que tiene previsto el título. Otro autor quizá habría cargado las tintas en los episodios más dramáticos de su vida, pero él lo tiene claro, se titulará “Sueños y memorias de un feliz homo sapiens”. Porque ese es el balance que hace de su vida.

Alcanzamos el final de la entrevista y nos cuenta que sigue haciendo deporte con frecuencia y que incluso ha completado una maratón utilizando una hand bike, una bicicleta con pedales manuales, además de hacer una media de veinte kilómetros al día. Y, aunque no puede jugar al rugby o practicar el montañismo igual que antes, sí que se escapa siempre que puede a esquiar en silla o aprovecha las rutas optimizadas para silla de ruedas que han habilitado en muchos sitios, incluido Ordesa. Al fin y al cabo, ese ha sido siempre su lema, tanto para su vida personal como en lo referente a los recursos limitados del mundo en que vivimos: sacar partido a lo que se tiene.

 

 

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